Lamentablemente otra vez El Arquitecto e Ingeniero Santiago Calatrava acapara, una vez más, las blancas páginas de la prensa. Por desgracia, no con noticias sobre arquitecturas innovadoras, necesarias, atemporales. Las páginas de los diarios se llenan, un día más, con patologías de la construcción, fallas, demandas, y cantidades estratosféricas de dinero que alguien ha de pagar.
Cubierta de las Bodegas Domecq |
El edificio, inaugurado en 2001, fue diseñado por Calatrava y un equipo de arquitectos, y ejecutado por lel gigante de la construcción, Ferrovial. Es una de las construcciones másllamativas de la rural zona de Laguardia, haciendo alarde de contemporaneidad en medio de un paisaje de viñas con la sierra de Cantabria al fondo. La construcción se conforma prácticamente por una cubierta ondulada y en movimiento de piezas de aluminio. Cubierta que, desde su inauguración, ha presentado múltiples patologías y ha sido reparada en varias ocasiones, aunque sin éxito. Hasta el momento de interponer la demana, Bodegas Domecq ha asistido pacientemente, e incluso manteniendo “muy buena relación” con todos los agentes que intervinieron en la construcción, a los numerosos arreglos y parches que se han realizado en la cubierta, pero los problemas no sólo no se han solucionado, sino que, según un informe técnico pericial, han agravado los problemas de estructura del tejado.
Santiago Calatrava, Cubierta de las Bodegas Domecq. |
El proyecto de reforma de la cubierta que pretende llevar a cabo la empresa Bodegas Domecq, consiste en posicionar una nueva sobre la actual, previo acondicionamiento de la estructura, siempre manteniendo la singularidad de la construcción, su aspecto formal y visual, e incluso, el acabado en aluminio.
Empezamos a preguntarnos hasta cuándo este tipo de noticias ocuparán el tiempo de la información, el espacio de las publicaciones. Hace apenas dos semanas dedicamos un artículo a recopilar algunas de esas apariciones negativas en la prensa, que puedes consultar en este link. Hoy, diecisiete días después, se ha añadido un último punto al elenco de críticas y polémicas, siempre relacionadas con problemas sobre el correcto funcionamiento de esas estructuras de formas espectaculares y casi inimaginables. Y nos preguntamos, cómo un arquitecto, un ingenierio, que ha conseguido el reconocimiento mundial precisamente por su cualidad formal llevada al campo de la ingeniería más arriesgada, cae a cada paso por sus propios anhelos experimentales, búsquedas e inquietudes. Quizás es hora de repensar su propia producción, en aras de recuperar la calidad de la arquitectura que su éxito merece.